domingo, 24 de noviembre de 2013

APARTADO HISTORICO

Si bien como estado unitario, Italia tiene una historia reciente, ha sido por más de tres mil años sede de grandes civilizaciones que marcaron profundamente la evolución de la cultura occidental. Cuna de la civilización etrusca y sede de importantes centros históricos y culturales de la civilización griega (Magna Grecia), fue luego centro del Imperio Romano, que por muchos siglos dominó el mundo occidental.

La caída del Imperio Romano (476 d. C.) significa el fin de una organización política, pero no de una civilización. Italia fue invadida por pueblos de origen germánico que una vez asentados en la península, asimilaron los elementos de una cultura romana superior.

Sucesivamente, Italia se incorporó al Sacro Imperio Romano fundado por Carlomagno (800 d. C.), que le dio a Europa una nueva estructura política y social (el feudalismo). Además mantuvo durante toda la Edad Media una posición de privilegio como sede del Papado y centro de la cristiandad.

A fines del del siglo XI se verificó en Europa una renovación económica, cultural y social que determinó en Italia la civilización de las “Comunas”. Muchas ciudades italianas se organizaron democráticamente y se tornaron autónomas con respecto al Imperio. La civilización de las Comunas fue notablemente fecunda, ya fuera en el plano económico y social, o en el plano cultural. Tómese como ejemplo la ciudad de Florencia, que en el siglo XIV dio a la literatura los nombres de Dante, Boccaccio y Petrarca. 

Más tarde, el gobierno de las Comunas se centralizó en manos de un “señor” que, una vez conseguido el poder, solicitaba al Papa o al Emperador un reconocimiento legal para gobernar, y que para lograr que su poder fuera hereditario, conseguía un título de tradición feudal (duque o príncipe). Y así las “Señorías” se transformaron en estados autónomos. Las más importantes fueron, entre otras, las de los Visconti y los Sforza en Milán, la de los Medici en Florencia, de los Gonzaga en Mántua, de los Montefeltro en Urbino, y la de los Este en Ferrara.

Durante los siglos XIV y XV Italia se destacó una vez más en el plano cultural, dando origen al RENACIMIENTO, que abrazó todos los aspectos de la vida: la política, la literatura, el arte, las ciencias, las costumbres. Leonardo, Rafael, Miguel Angel, Galileo, Maquiavelo, Ariosto, son algunos de los nombres representativos de la época. 

En el Renacimiento italiano, período de grandes logros y cambios culturales en Italia que se extendió desde finales del siglo XIV hasta alrededor de 1600, constituyendo la transición entre la Edad Media y la Europa moderna. Entre sus logros culturales destacan obras literarias de escritores como Petrarca,Baltasar de Castiglione y Nicolás Maquiavelo, obras de arte de Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, y obras arquitectónicas, como la iglesia de Santa María del Fiore en Florencia y la Basílica de San Pedro en Roma.

Dada su fragmentación, fue escenario de los intereses de las potencias europeas durante los siglos XVI, XVII y XVIII, que llevaron a conflictos tales como las Guerras italianas, la Guerra de Sucesión Española, el conflicto hispano-austriaco por las posesiones napolitanas, así como de las guerras revolucionarias francesas y napoleónicas, siendo el emperador Napoleón I coronado primer rey de Italia el 23 de mayo de 1805, en la catedral de Milán. Aún hubo conflictos durante la primera mitad del siglo XIX, cuando apareció el sentimiento nacionalista italiano que desembocará en la Unificación de Italia, materializada el 17 de marzo de 1861, cuando los estados de la península itálica y las dos Sicilias se unieron formando el Reino de Italia, el cual sería organizado por el monarca Víctor Manuel II, de la casa de Saboya, hasta entonces gobernante en Piamonte y rey de Cerdeña. El artífice de la unificación italiana, sin embargo, fue Camillo Benso, conde de Cavour, el ministro en jefe del rey.

Políticamente Italia estuvo sujeta a los acontecimientos derivados de las luchas por la supremacía de las potencias europeas y fue frecuentemente invadida por ejércitos extranjeros. 

Esta situación se prolongó hasta la Revolución Francesa. Entonces las ideas de libertad y de igualdad fueron difundidas por los ejércitos franceses de Napoleón que invadieron Italia y modificaron su estructura política. En esa época se definió, a nivel de conciencias individuales y ante la diplomacia europea el “problema nacional italiano”.  Comienza en 1800 el “Risorgimento” italiano, movimiento que apuntaba a la creación de una Italia unida y libre de la dominación extranjera. 

Este proceso abarcó un período de cincuenta años, conducido por un lado por las fuerzas políticas y militares del Rey de Cerdeña y por el otro por las Sociedades Secretas como la “Carbonería” y la “Joven Italia”, que difundían la idea de libertad y promovían insurrecciones tendientes a realizar la unificación.

Protagonistas de la política italiana en ese periodo fueron Giuseppe Mazzini y Giuseppe Garibaldi, animados por ideales republicanos, y los Saboya (reyes de Cerdeña primero, y luego de Italia) que tuvieron en el Ministro Camillo Benso di Cavour, a uno de los mayores artífices de la unificación de Italia. 

Luego de rebeliones y guerras, Vittorio Emanuele II de Saboya reunió los diversos pequeños estados italianos, fundando en 1861 el Reino de Italia, del cual, en 1870, fue proclamada capital Roma. 

Roma, por su parte, se mantuvo separada del resto de Italia bajo el mando del Papa y no fue parte del reino hasta el 20 de septiembre de 1870, fecha final de la unificación. Luego se realizó un plebiscito en el cual se eligió a Roma como la capital de dicho Reino. Fuera de sus límites sólo quedaba el pequeño Estado de la República de San Marino. Se originó un conflicto con la Santa Sede, llamado la cuestión romana, por la independencia del Papa de la política italiana, que solo se resolvió en 1929 con los Pactos de Letrán. Por estos acuerdos, Italia cedía una exigua parte de su territorio (laCiudad Leonina en Roma y poco más) que dejaba a la soberanía del Papa.

La dictadura fascista de Benito Mussolini acaecida en 1922 llevó al país a una alianza con la Alemania nazi y el Imperio del Japón, lo que la condujo a la derrota tras la Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso de esta guerra y en los años posteriores, miles de italianos emigraron fuera del país teniendo como destino principalmente Argentina, Chile, Bélgica, EE.UU., Francia y Alemania.

El 2 de junio de 1946, un referéndum sobre la monarquía estableció la república como sistema de gobierno italiano, adoptando el país una nueva constitución el 1 de enero de 1948. Los miembros de la familia real fueron llevados al exilio, por su relación con el régimen fascista, hasta el 10 de noviembre de 2003, cuando pudieron regresar, gracias a la modificación de la constitución por el parlamento italiano. Los Tratados de Roma de 1957 firmados por seis países europeos han hecho de Italia uno de los miembros fundadores de la Unión Europea. Desde finales de los años sesenta hasta principios de los ochenta se produjo un período de insatisfacción por una situación político-institucional caótica que se tradujo en violencia callejera y lucha armada, actualmente llamado Anni di piombo.


Finalmente, con la primera guerra mundial, y una vez anexadas las regiones del Trentino y del Friuli y la ciudad de Trieste, el territorio nacional se completó; y acabó por fijarse, luego de los acuerdos internacionales sucesivos a la segunda guerra mundial en las actuales fronteras.

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